El Presidente Pedro Castillo ha alcanzado una posición con autoridad constitucional suficiente para tomar importantes decisiones de Estado, como consecuencia de la confluencia de varios procesos y muchas voluntades que lo convierten en un caso de suerte única en nuestra historia reciente que trataremos de explicar. En Reddeportiva.net afirmamos que actualmente vivimos una gran crisis social, política y económica producto de los planes de dominación puestos en marcha por una alianza política liderada por un grupo plutocrático, cuya existencia la gran mayoría de los peruanos no ha llegado a reconocer. Esta alianza plutócrata-caviar se formó a partir del año 2000 y se desarrolló hasta alcanzar el copamiento del Estado en el año 2011 en que plantea y logra imponer su «hoja de ruta» al gobierno de Ollanta Humala. A partir de esa fecha surge en la política peruana un entorno de confrontación que nos ha llevado a la inmovilidad a la vez que las consecuencias del mencionado plan de dominación social se muestran en toda su extensión, la cual puede ser descrita en función de los aspectos estratégicos más apreciados por cada uno de los sectores intervinientes. La plutocracia fue sorprendida por Alejandro Toledo que comete la torpeza de exhibir todo su nuevo poder económico en el momento que en provincias la valiente acción de fiscales y jueces resuelven un caso de corrupción y sicariato el cual llegó a poner en la cárcel a un Gobernador Regional. Estos hechos obligaron al sistema anticorrupción de un país que se precia del fiel cumplimiento del debido proceso a sancionar a la empresa Odebrecht por haber utilizado a su sistema financiero para lavar dinero al cumplir con ilegales acuerdos que caracterizan a los actos de corrupción de alto vuelo. El plan que como reacción puso en marcha la plutocracia y sus aliados extranjeros, cada uno por su lado, tuvo como objetivos prioritarios conseguir salvar la mayor porción posible de patrimonio y la impunidad de los responsables, lo que hasta la fecha están consiguiendo, si no fuera porque el sillón presidencial está dando un vuelco imprevisto al ser ocupado por una persona libre de procesos y acusaciones penales así como de toda sospecha de corrupción, lo que le permitiría actuar con una libertad y amplitud que nadie esperó. Esta independencia también alcanza para librarlo de todo compromiso con el arma más efectiva de dicha alianza política como fuera el «pensamiento único» puesto en acción por la gran prensa hasta que las circunstancias hicieran que sus métodos de manipulación y lavado de cerebro llegaran a su fin, porque ahora ya no convencen como en el reciente pasado. En cuanto al segundo grupo de la alianza, podemos decir que los caviares también tuvieron sus propios objetivos estratégicos entre los cuales destacan el copamiento del Tribunal Constitucional, el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Junta Nacional de Justicia lo que parece han conseguido con desiguales alcances. Ante esta realidad, no se puede dejar de mencionar que para llegar a estos resultados fue necesario desarrollar una lucha sistemática de destrucción de los adversarios que comenzara con la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, continuara con la liberación de terroristas, la pertinaz persecución de las fuerzas del orden y la casi total desinstitucionalización del Estado peruano sin reparar en una delictiva utilización del Presupuesto Nacional, como tampoco en el enorme sacrificio que significaran, para los sectores menos pudientes de la población, los leoninos acuerdos que modificaron los contratos de peaje en la Municipalidad Metropolitana de Lima; todo lo cual debe ser reconstruido, reparado y puesto nuevamente a funcionar si queremos restituir la Justica y la buena marcha del Estado peruano a un ritmo firme y sostenido. Es así como surge la oportunidad personal para Pedro Castillo (que llega al cargo de Supremo Gobernante con el apoyo de aliados electorales que por sus antecedentes están expuestos a la extorsión de la alianza plutócrata-caviar que ha regido los destinos de la Patria durante los últimos 20 años y de la persecución de la justica formal que los debilita profundamente comprometiendo la viabilidad del gobierno) de evaluar y cambiar de manos la gestión del Estado desde un inestable gobierno de la extrema izquierda hacia otro constituido por un innovador y revolucionario gobierno del centro político. El Presidente Castillo tiene que tomar conciencia que un punto de vista realista del actual momento político le permitiría ganar «la calle» que hasta ahora se le está mostrando esquiva, en especial donde surgieron las rondas campesinas y los comités de autodefensa. En cuanto al empresariado, le recomendamos repetir la historia de Alan García que viajó expresamente a los EE.UU. de América para convencer a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros que había cambiado y que no repetiría los errores de su primer gobierno. Evidentemente, deberá llevar bajo el brazo los proyectos más apreciados y recibirá los pedidos de garantía acordes con lo solicitado.