Los peruanos deben tomar conciencia de la aparición de fuertes indicios los cuales señalan que el ataque iniciado por la alianza política plutocracia-caviares está llegando a su fin. Las declaraciones del Presidente de la CONFIEP Óscar Caipo además de ser más precisas que las de anteriores voceros de los principales empresarios nacionales, también pueden considerarse no solo como más realistas, sino también como un implícito reconocimiento de “no haber sido tan eficientes como debieron serlo”, lo que parece ser más el inicio de un largo proceso de reconocimientos de culpas, por haber permitido el deterioro moral de la sociedad peruana, cuando callaron en todos los idiomas, su necesaria protesta por el uso de la gran prensa peruana como instrumento para la ejecución de un abusivo proyecto de dominación social. No dudamos de la complejidad del momento histórico que vive la sociedad peruana. Sin embargo, las dificultades para el gobierno se encuentran más en el diagnóstico que en la acción. El Presidente de la CONFIEP dice que los dejen trabajar y un gran sector de la población sólo pide que los ayuden a retomar sus proyectos de vida frustrados no solo por la brusca caída del ritmo económico como consecuencia de la pandemia, sino también por la fuerte caída de la escala de Valores y Principios a partir del año 2011 en que se divulgara la “hoja de ruta” la cual se constituyó en un pacto que el solo mirarlo, con la perspectiva que nos da lo vivido y la incertidumbre que ahora nos agobia, nos lleva a preguntamos sobre nuestro futuro y nos hace pensar en el “cómo no nos dimos cuenta”. El mencionado diagnóstico se hace difícil de elaborar básicamente por razones ideológicas y por los objetivos del gobierno cuyo discurso es muy voluble en razón de que ellos mismos se encuentran sorprendidos por la fuerte reacción opositora de un significativo sector de la población. Al igual que el siglo pasado, la sociedad peruana se encuentra dividida en dos grandes sectores económicos. El primero de ellos se caracteriza por ser un sector “moderno” con gran capacidad y mucha experiencia para insertarse en la economía mundial; y otro caracterizado por ser un sector “tradicional” que por estar lejos del manejo del Presupuesto Nacional y otros factores entre los cuales podemos resaltar su menor capacidad para defenderse de la corrupción, no ha podido generar el dinamismo alcanzado por el primero. La principal diferencia entre ambos sectores está en el grado de madurez para realizar negocios por lo que los planes de promoción no pueden pasar por alto esta condición, al momento de definir el punto de partida.