Elecciones en Perú: qué tiene que pasar para que declaren al ganador de las presidenciales

Continúa una campaña de desinformación la cual impide que los peruanos nos demos cuenta de lo que realmente nos está sucediendo y adoptemos narrativas orientadas a justificar un proceso político y electoral que nos lleva por el camino del subdesarrollo, la pérdida de oportunidades, el trato abusivo en el que el pueblo no recibe un mínimo de servicios sociales acorde con los derechos fundamentales, etc. La desprotección pública de la ciudadanía es tal, que tanto el Poder Judicial como el Ministerio Público no parecen dar en el blanco de sus responsabilidades, lo que significará altos peajes, falta de resultados en los procesos anticorrupción, no extradición de Alejandro Toledo, aprovechamiento inmoral del Presupuesto Nacional, abandono de proyectos orientados a dar trabajo digno al enorme sector de informalidad, abusos de poder, impunidad del crimen organizado, desprotección ante la delincuencia común, persecución política, económica y hasta social, entre muchos otros males. Viendo los hechos, es claro que estamos asistiendo a la confirmación de la existencia de un sector de la ultraderecha (al que denominamos como plutócratas) logrando acuerdos bajo la mesa con un sector de advenedizos practicantes del doble patrón de conducta que renuevan su alianza política con un nuevo pacto al cual en lo sucesivo podríamos denominar «hoja de ruta 2.0». Esta alianza quedará evidente cuando veamos a los mismos «profesionales», que administraron el Estado desde el año 2000 hasta la fecha (los cuales serán reconocidos como integrantes del sector «caviar»), volver a los puestos públicos con lo que solo garantizarán la repetición de las políticas que fueron avasallando progresivamente el poder legítimo durante los últimos 20 de gobierno y que terminaron con la mayor mortandad de nuestra historia, con récord mundial inclusive, derivada de la pandemia; que bien pudo recibir un tratamiento distinto, pero se prefirió el engaño a través de una prensa cómplice sometida a poderes adictos al empleo de políticas de desinformación, de lo cual la opinión pública recién está tomando conciencia.