¿Estamos en la dirección correcta? (2 de 4)

  1. Si se tiene en cuenta la poca transparencia en los comportamientos institucionales;
  2. Lo lejano que se sienten los Valores y Principios cuando de la toma de decisiones, en todos los sectores de nuestra sociedad, se trata;
  3. El exceso de temas de los que no se habla;
  4. La escasa vocación por comunicar a la sociedad, los objetivos que impulsan los planes de gobierno;
  5. La gran cantidad de información declarada como reservada, como es el caso de los peajes;
  6. La gran cantidad de hechos que en su momento llamaron con fuerza la atención pública y que son cubiertos por el manto del olvido.

Mención aparte merece la participación política de los medios de comunicación los cuales alegan independencia cuando es claro que defienden intereses particulares, lo que no tendría nada de malo si no fuera porque no lo admiten.

En otras palabras, hemos sufrido las más grande estafa, por su amplitud y envergadura, y nadie hace un mea culpa, menos un propósito de enmienda.  Más bien encontramos que se niegan responsabilidades y en cambio se las quieren cargar a los ciudadanos afirmando que lo dicen las encuestas o que es lo que le gusta escuchar al pueblo.

Para lograr líneas de pensamiento seguras, es necesario encontrar datos irrefutables y que sean aceptados como tales por la gran mayoría de los ciudadanos.

Por ejemplo, se puede decir que luego de la caída del régimen de Alberto Fujimori, la corrupción da un salto cualitativo muy significativo con la puesta en marcha, por Odebrecht, de su unidad denominada  Operaciones Estructuradas y los acuerdos a que llegan con empresas locales de su sector.

También se puede decir que la institucionalidad de nuestro país, la cual cumpliera importante papel para obtener la renuncia de Alberto Fujimori, se ha visto muy afectada desde ese momento cumbre, no habiendo reaccionado hasta mucho después de que las noticias dieran a conocer el comportamiento corrupto de la mencionada empresa constructora, la cual fuera sancionada por las autoridades de los EE.UU.

Los escasos progresos de la lucha anticorrupción solo confirman que el tronco del Estado Peruano se encuentra comprometido desde hace algún tiempo y si algún proyecto merece la acción política es el de rescatar la institucionalidad y el gobierno en función del bien común.

La situación se hace más confusa si pensamos que un grupo tan poderoso, capaz de controlar al Estado Peruano, no surge de la noche a la mañana, llevando a pensar que su nacimiento es anterior a la fecha que estamos usando como referencia. 

Resulta necesario, por lo tanto, replantear la problemática que nos hemos propuesto resolver, en otros términos.

Con dicho fin, volvemos a los hombres de buena voluntad.  Estos ciudadanos podrían ser reconocidos como el grupo central o clase media de nuestra sociedad y se caracterizan por creer en la meritocracia, en el trabajo honesto y en el respeto por el prójimo, entre otros Valores o Principios del mismo nivel.

Este grupo ocupa un amplio espectro en nuestra sociedad donde abundan los pequeños productores agrícolas que abastecen con regularidad los mercados nacionales y extranjeros; o, los padres de familia que hacen un esfuerzo muy grande para solventar la educación de sus hijos en instituciones privadas, al estar convencidos que es lo mejor para estos.  Ejemplos abundan, por lo que continuaremos desarrollando los argumentos mediante el contraste con los otros grupos.

Es claro que hay un grupo que ha hecho uso y abuso de privilegios.  Una importante característica de los miembros de este grupo es la sobrevaloración del estatus que proporciona el poseer dinero.  Este grupo es transversal a todas las actividades sociales, llegando a alcanzar un comportamiento de argolla que lo caracteriza.  A este grupo se le puede responsabilizar de haber permitido, con sus acciones u omisiones, la mencionada gran estafa; por lo que, un paso al costado de quienes ocuparon puestos públicos con poder de decisión en los sectores correspondientes, durante los últimos 18 años y no formularon observaciones al respecto, es una decisión que debe ser esperada.

No se puede dejar de mencionar que las responsabilidades son personales, debiendo quedar esta definición en poder de los señalados por la Constitución, sin la presión mediática solventada con apoyo del Presupuesto Nacional, lo que distorsiona cualquier buena intención que pudiera existir.

Un tercer grupo en nuestra sociedad es el conformado por personas que, por distintas circunstancias, reciben subsidios en nuestra sociedad.  Mucho se ha avanzado desde los tiempos en que se subsidió la producción industrial; o de la época de la hiperinflación con la que se creó un impuesto real al bolsillo de todos los peruanos, saliéndose de toda proporción si te encontrabas entre los más pobres; privilegiando, por el contrario, solo a aquellos que podían contar con la propiedad de activos protegidos.

Por lo que ahora, hablar de los Clubes de Madres, Pensión XX o Becas JJ da pie al comentario de que existen sectores vulnerables en nuestra sociedad, los cuales no son tratados con la gentileza que corresponde.

Volviendo al tema de crear un sistema sencillo que ayude a la toma de decisiones que nos preocupa, estimamos que lo dicho puede servir para convencernos que las reformas por hacer deben priorizar a la clase media, así como a los Valores y Principios que la sustentan.

Creemos que el esquema no está completo si no nos ocupamos del tema de los servidores y de los servicios públicos, lo que trataremos el día de mañana.

Con el cariño de siempre,