¿Estamos en la dirección correcta? (1 de 4)

Se trata de crear un orden de pensamiento que ayude a retirar, del terreno por recorrer, los numerosos obstáculos sembrados por una gigante acción de desinformación destinada no solo a confundir y a modificar la forma de pensar de la opinión pública en su conjunto, sino también, y eso es lo más grave, en cómo votar las cuestiones públicas planteadas.  Esta última afirmación se basa en el hecho que nadie puede competir con quienes  manejan el Erario Nacional cuya provisión de fondos corresponde a todos los peruanos y que, con pocos escrúpulos, pueden ser utilizados para proteger intereses particulares alejados del interés común.

Se trata de construir las nuevas relaciones sociales siguiendo un pensamiento ideológico que permita clasificar, con facilidad, la conveniencia o no de las grandes iniciativas, o de las actividades trascendentes con las cuales seamos afectados.

En estos procesos debemos poner especial interés en no caer en posiciones maniqueas que colocan a los buenos en un lado y a los malos en el lado opuesto.  No se puede seguir las reglas del tipo “estás conmigo o estás contra mí”.  Se debe ser tolerante, sin que ello signifique abandonar la regla que prioriza el imprescindible control de las faltas para evitar la llegada de los delitos.

Se necesita que la futura Guía a crear se desenvuelva principalmente en el nivel de los Valores y Principios con el fin de garantizar una aceptación general.  También se impone, la primacía del sentido común frente a la enorme cantidad de recursos que poseen quienes invierten con gran ventaja en torcer voluntades, alterar apariencias y disfrazar intenciones.  Por último, se deberá proteger a las personas que se oponen a la corrupción dado que nuestra sociedad ha caído en una perversa judicialización de toda negociación con la que se discrimina a los honestos con mucha efectividad y bajo la cual se puede ir preso por conductas  arbitrariamente consideradas como atentatorias contra el honor de los intereses creados.

El Perú ha sido víctima, en los últimos años, de un saqueo organizado empresarialmente en el más alto nivel social y político.  A estos niveles, debemos agregar otros de mediana potencia, cuyo origen podríamos remontar a la época del Mariscal Castilla y la explotación del guano, a cuyos suplentes (por no decir herederos) también deberemos aplicar la Guía que nos estamos imponiendo diseñar, con el fin de minimizar los actos de resistencia con los que frenan el progreso de la sociedad.

Con algo de sorpresa estamos tomando conciencia de lo extensa que está resultando la redacción de la presente nota, en lo que no pasa de ser una introducción a un tema por el cual no queremos que se nos recrimine, en un futuro, por habernos mantenido en silencio, cuando lo que correspondía era denunciar.

El desarrollo de esta argumentación la haremos en siguientes notas, a publicar en los próximos días.

Con el cariño de siempre,