Acciones para recuperarse de los traspiés políticos que deja la alianza política plutócrata-caviar (continuación)

Comprendemos que, en el mundo real, el horizonte político de fondo tenga la mayor predictibilidad, más aún cuando se basa fundamentalmente en las relaciones económicas que surgen de la infraestructura productiva y de servicios de nuestro país, la que bien puede ser impulsada o frenada con las decisiones apropiadas. 

Opinamos que el gobierno del Presidente Castillo aparenta estar buscando cumplir sus funciones a base de una gestión guiada por la aplicación de principios que garanticen la generación de políticas estratégicas de largo plazo.  En cambio vemos cómo un significativo sector de políticos de la oposición está procurando hacer llegar sus opiniones de alarma al público buscando precipitar decisiones en el corto plazo (casi inmediatas) tendientes a desconocer las atribuciones innatas de las autoridades del Poder Ejecutivo, así como frustrar un todavía imaginario golpe de estado por parte de la extrema izquierda.  Estamos sorprendidos por la ligereza con la que vienen actuando algunos medios periodísticos que no han asimilado las lecciones dejadas por las malas prácticas de la gran prensa, cuando en los últimos 20 años politizaron la justicia. 

Desde nuestro punto de vista, la explicación de la reacción que hemos visto en los políticos y otros comentaristas, que han expresado su insatisfacción por el nombramiento del nuevo Primer Ministro, debe buscarse en los intereses económicos afectados y no tanto en la defensa de Valores y Principios que brillan por su ausencia, en especial cuando el nombramiento de los responsables de las  críticas carteras dejadas para el final se da en el plano personal y no en el plano de una alianza política como ha sucedido en los últimos gobiernos.  Por lo contrario, es de lamentar el perder una oportunidad de robustecer la institucionalidad, de haberse intentado una alianza política formal que busque consolidar una política de apoyo a los gobiernos de ancha base social.

La ciudadanía debe tomar conciencia que la alianza política plutócrata-caviar ejecutó en los últimos 20 años un plan de destrucción sistemática de nuestras instituciones el cual ha derivado en una situación parecida a la planteada por un aprendiz de brujo al que se le han escapado todos los demonios.  La respuesta solo puede ser la de poner en marcha un plan que reconstruya lo destruido, comenzando por los partidos políticos sin los cuales se carecería de la solvencia ideológica necesaria para evitar caer en caos y desorganización, permitiendo la defensa de un sistema democrático premunido de Valores y Principios mejor definidos, ya que los actuales brillan por su ausencia: por la promiscuidad con la  que se usan los argumentos; por el cinismo que impera en los políticos que desautoriza todas sus opiniones por no estar respaldadas con hechos o conductas confiables y exitosas; y, la renovación de cuadros en todo el sistema público, pasando al retiro o jubilación a todas las figuras del pasado a las cuales les pueda alcanzar alguna de las responsabilidades del fracaso que se está viviendo.

Todo lo ocurrido indicaría que la izquierda ha preferido la conducción del gobierno en solitario con lo que se confirma que un grupo político relativamente pequeño, que abarca aproximadamente el 10% de la población, pretende imponer su proyecto político a la gran mayoría de la población.  Es evidente que la oposición debe actuar con realismo y no guiándose por argumentos sentimentales que no consolidan verdaderos liderazgos.  Cuando se miran las responsabilidades del pasado, se debe poner la mira en la cantidad de recursos económicos empleados para imponer determinadas líneas estratégicas, en especial aquellas de dominación.  Ahora que pretendemos mirar un mejor futuro, es claro que también debemos estar atentos a los volúmenes de recursos que se pretenden utilizar en las campañas y, si se cuenta con el apoyo de la población, se debe tener la seguridad que no será tan difícil vencer a quienes hagan uso de fondos ilegales o redirijan fondos públicos los cuales deben ser utilizados buscando el bien común para lo que es necesario crear un sistema de control con participación ciudadana.  De lo que no nos libraremos es de mostrar coherencia cuando las fuerzas democráticas exijan el fiel cumplimiento de los compromisos asumidos en defensa de los intereses nacionales.