La Reforma Moral como prioridad nacional

A este convencimiento llegamos, por la innoble tarea cumplida de deslegitimizar a los contrarios; la permisiva actitud de poca transparencia con actos de gobierno que nos ha convertido en una sociedad totalmente desinformada, en especial en materia de peajes; la abundante presencia de entrevistados con medias verdades, la utilización de un lenguaje en el que la docencia brilla por su ausencia y la sistemática exposición de puntos de vista sin la presencia de la correspondiente contraparte, todo lo cual ha impuesto en nuestra sociedad un contrabando ideológico, que representa una carga que estamos pagando con mucho sacrificio.

Como segundo punto, estimamos que la manipulación de la opinión pública peruana ha sido vital para que tan basto proceso de corrupción pueda darse, por lo que las pruebas de los delitos están a la vista, para quien quiera ver.

Un proceso de corrupción como el que estamos tratando de describir sólo fue posible mediante la intencional modificación de la escala de valores social, con el fin de priorizar los aspectos pragmáticos y personalistas del corto plazo, en desmedro del cumplimiento del deber, alineado con el beneficio de los intereses de largo plazo y del bien común.

Esta alteración ha devaluado el principio que todo acto debe ser concebido y ejecutado bajo el imperio de la buena fe.  Por lo tanto, fue muy fácil convencer a la opinión pública de que toda oposición es intransigente y obstruccionista; más aún, si se acompaña con resultados de las encuestas.  “Si no estás conmigo, estás contra mí” o “A mis amigos todo, a los otros la Ley” son frases muy frecuentes que revelan lo profundo de la crisis.

Esta realidad tiene un correlato muy marcado en los ámbitos privado y comercial, cuando vemos la facilidad con la que se aceptan acuerdos que contienen lesiones patrimoniales que afectan a terceros, u otros en los que el conflicto de intereses es ignorado, aún bajo advertencia expresa, imponiéndose la prepotencia de quien tiene el poder y/o el dinero para hacérsela difícil a los opositores.  No será de extrañar que en un futuro se encuentre evidencia de cómo la relativización de las conductas apoyadas por los medios también crearon el negativo ambiente en el cual germinó el irreconocible nivel de la violencia actual en nuestra sociedad.

No solo el doble patrón de conducta es la consecuencia directa de esta alteración de la opinión pública, sino también el aumentar las ventajas, que normalmente tienen los corruptos, muy por encima de las que tienen en otros países más avanzados, en los que la inmediata reacción de las autoridades y del ciudadano es más presente, por la mayor conciencia de estos equilibrios y realidades.

Por lo tanto, creemos que la lucha anticorrupción es de todos y que debe darse en todos los niveles y todas las instituciones.  Estamos conscientes que, en el momento actual, esta lucha se viene dando.  Solo un punto crítico queremos resaltar, que la lucha debe venir desde lo más alto de la organización, por lo que la Reforma Moral debe tener la misma o mayor prioridad que la Reforma Política.

Nadie puede pensar que la solución llegará con el golpe de un día.  Se trata de un proyecto de largo plazo en el que son las obras las que mandan y no las buenas razones.

El mejor sistema del mundo, no funciona si las personas no son las adecuadas.  En cambio, un mal sistema puede funcionar, si las personas que lo manejan tienen el compromiso de que todos sus actos generen valor.  El sentido de urgencia quedará confirmado por la cantidad de recursos que se comprometen con la causa. 

Con el cariño de siempre,