¡No seamos ingenuos frente al Gobierno!

La ciudadanía tiene la obligación de profundizar sobre lo dicho en el vídeo y llegar a conclusiones prácticas. No le falta razón al columnista cuando se refiere a lo expuesto que se encuentran los ciudadanos cuando se mantienen lejos de la práctica política. En otras palabras, no se encuentran preparados para «salir a la calle». Esto significa que muy fácilmente pueden ser «raptados» sin que se den cuenta y conducidos al sacrificio mansamente junto con muchas otras personas carentes de ideas y pensamiento propios, en especial cuando grupos de poder con vocación dictatorial consiguen el control del entorno social, como lo han tenido los propietarios de periódicos con mayor tiraje a quienes se unió un grupo de políticos conocidos por su deslealtad. Podemos encontrar muchos ejemplos de este manejo, entre aquellos profesionales acostumbrados a trabajar con los rebaños de cualquier tipo. Pero tratándose de humanos, hablemos del síndrome de Estocolmo al que se llega como consecuencia de un proceso prolongado de cautiverio como el que hemos tenido que sufrir durante el periodo en que la alianza política plutócrata-caviar mantuvo influencia directa en el ejercicio del poder en nuestro país. En Reddeportiva.net opinamos que la estrategia de quienes han generado ataques de dominación contra la sociedad peruana adoptaron como especial objetivo el adelantarse en la destrucción de toda capacidad de resistencia, así como a la introducción del caos en cualquier organización que pudiera servir para que la ciudadanía enfrente a los tiranos evitando que pudieran seguir haciendo de las suyas. La nota está saliendo muy extensa por lo que, con cargo a su ampliación, haremos una síntesis de nuestro planteamiento diciendo que primero fue Alberto Fujimori quien nos encausó por una experiencia de dominación muy simple y elemental en su diseño y ejecución. Luego vendría el ataque a la sociedad en su conjunto, liderado por un grupo de plutócratas quienes junto con caviares pusieron en marcha una gran cantidad de recursos, recurriendo a la destrucción de la imagen de los contrarios así como a la creación de narrativas con el fin de convertir en convincentes los argumentos con los cuales «demostraban su superioridad sobre todos los demás». Ambos ataques siguieron la estrategia de poner énfasis en la destrucción de las organizaciones de los contrarios, agregando el copamiento de puestos clave en el Estado con distinta suerte. La narrativa del segundo ataque falla cuando se desatan las ambiciones personales y aparece la pandemia. Sin embargo, no se puede detener el proceso de deterioro social produciéndose el inicio de un tercer proceso de dominación que pone en evidencia lo siguiente: La constatación de la sobrevivencia al segundo ataque de dos organizaciones muy disímiles como el SUTEP y la CONFIEP, que podrían tener sus némesis en el CONARE y el IPAE; convirtiendo en ineludible la reconstrucción de todas las otras organizaciones que quieran participar en política pública. Y, ¿Qué decir del tercer ataque? Pues que se encuentra reponiéndose de su sorpresa por tan pronto arribo al poder. Cada día se hace más evidente que el nivel de controversia en la lucha será mayor al alcanzado por los dos primeros ataques contra nuestra sociedad porque estamos invadiendo otra dimensión en la escala internacional. Para los asesores nacionales o no en cuestiones políticas, el pronto diseño de las nuevas estrategias para sostener el esfuerzo de quienes desean continuar con sus planes de dominación se ha convertido en prioritario, en especial cuando se observan los tempranos conflictos entre censuras y cuestiones de confianza. Es por estas razones que para los autoritarios urge crear nuevas narrativas que sean capaces de revolucionar un desgastado ambiente de «flirteo político» con el que puedan crear condiciones favorables para la permanencia en el poder. Para los demócratas urge tomar conciencia de metodologías de manipulación social (ver: https://reddeportiva.net/principal/?p=222226 ) así como un cambio o rectificación de la práctica de rehuir y desalentar la actividad política partidaria que formara parte de sus débiles estrategias de vida las cuales no significaron reto alguno para los mencionados ataques por la dominación social; llevándolos a una sistemática declinación de su importancia y participación.